12 may 2010

Dos silencios



El tocadiscos estaba en la habitación. Tenía que levantarme y poder convertir a mis deseos tus órdenes. Como rayando el aire, fui. Y la casa se llenó de música. De algo más que eso, San Cristobal no se enteró. El misterio de desaparecer por un segundo y volver a un lugar distinto. Una canción, un piano pintando la noche, al tiempo que mi silencio y tu silencio fueron sepultando el vértigo de no saber qué hacer en un momento así.

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