19 nov 2008

Valle de cafia


Vive solo e invadido. Se enajena pensando a cada segundo sobre el segundo que le sigue. Proyecta y descarta. Estudia, trabaja y va de bares. Descansa cuando tiene tiempo. Cada día conoce a alguien nuevo en algún lugar distinto. De mujeres anda bien y mal. De vez en cuando le cascotean el rancho. Le perforan la coraza los vampiros que la liman por Buenos Aires (todos lo somos, de alguna manera). Pero lo disfruta sabiéndose culpable por no haber baldeado previamente el corazón. Escucha música. Muchísima, todo el tiempo, como si su vida fuere un playlist. En el trabajo también lo exprimen y él rinde como loco. ¿Será real o todo es una farsa? ¿Quién es su verdadero yo? Descomprime a las nueve o diez de la noche y siempre se hace sin avisar la madrugada, afuera o en casa, martes, viernes, cualquier día de semana. Una vez le bajó la presión, un mediodía en plena calle y tuvo miedo. Y se planteó cosas que sabemos que no cumplirá. Odia los revivals. Odia que ahora esté de moda hablar de los noventa. Pero habla igual porque total es gratis, sabe que la única época que realmente vale la pena es hoy. Descontrola premeditadamente y entre momentos piensa en tí. Paradoja a conciencia. Se le borró el punto aparte y cada tanto queda en offside.

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