9 ago 2008

De santos en remera

Vuelvo y los amigos me reciben con abrazos, preguntas, recuerdos, y de repente están de vuelta volándome la cabeza con lo mejor del rock. A agitar con la medioentero y jamón de menta, otras veces con agrupaxión skabeche y arribadú... y cantar bajo las luces los covers de las bandas que bebían donde bebo, la bardeaban donde yo bardeo y chupaban frío en la parada, tal vez tarareando la misma canción. Rock que une historias que se vuelven a separar cuando se esfuma la noche en una neblina conurbana densa de Base aérea y cancha de golf. Todavía se respira en esas horas previas al grito de los pájaros el aire cargado de la mística del inmenso Prodan, bajo la piel de la generación de los que la vivimos después. Soltá tu pelo con wellapón. Distanciado (dividido las pelotas), yo me traje un poco de ese aire a Congreso hace dos años. Pero no es lo mismo -para nada- dejar ir el 53 en Primera Junta que saludar y subirse cuando el bondi llega a la plaza de Hurlingham, en el túnel de Caseros o junto a la estación de Palomar. No se trata de glamour de barrio tranca. Oscilando entre las crisis y bonanzas se mantiene mi rincón del GBA tal como es. Siempre que voy hay negocios nuevos y negocios que ya no están. Pasaré sin mirar por la puerta de una remisería abierta. En la cuadra de graffitis de pendejos que se aman, pelotean en el campito algunos otros, hasta que la luz se va. Hay un kiosco 24 y una familia china que dejó Beijing para venir acá. En la muni seguirá la cosa turbia, pero todo parece estar bajo control mientras tiemblan las repisas del barcito al llegar el San Martín. Ahí va el chabón que vivía en el edificio en frente de la vía, ahora se mudó al centro y tiene un blog. Hay un perro, una bici y hace un rato se lo vio pasar al papá de un compañero. Son postales que no valen ni la mitad de lo que significa que la gente del oeste siga quebrándome la nuca tocando rock and roll.

2 comentarios :

Anónimo dijo...

Hola Nico! queria comentarte que me llama la atenciòn la forma en que escribis sobre lo que alguna vez fue tu barrio, te sentis lejos, pero nunca te terminaste de ir?, parece. Es ese el sìndrome de me fui a vivir al centro?, confieso que en algún momento lo pense, pero la decición de resignar el patio, la parra, el perro, es dura. Al comienzo me sentia divida entre dos mundos, y huia de la urbe cada vez que podía, hoy me gusta el mix, pero mi sede es el oeste.
saludos!

gsnicolas dijo...

No se, va en cada uno. Creo que más que decir que nunca me terminé de ir pasa por pensar que nunca me terminé de sentir 100% a gusto en ningún lado, ja! Saludos Eva, un placer tenerte por acá.